El pequeño comercio lo está pasando mal. Dentro de la actual crisis en la que todos los sectores han sufrido daños, el pequeño comercio tradicional es uno de los más castigados. A la crisis, se suma un cambio conceptual que prima a las grandes superficies, por parte de las autoridades que consideran que potencian sinergias económicas y crean empleo; y también por la ciudadanía que las ve como una forma de vida más barata, moderna y eficiente, en la que es fácil aparcar, encuentras una amplia gama de ofertas, precios competitivos y ocio para toda la familia. Es, además, un hecho que estas superficies comerciales se nutren de grandes empresas y de franquicias económicamente potentes, gestión muy profesionalizada y marketing muy trabajado. Frente a esto, el comerciante de toda la vida, a menudo desespera y, no pocas veces, agoniza.
No estoy contra los centros comerciales. Por un lado es verdad que, bien planteados y con unos estudios previos de mercado realizados adecuadamente, potencian el desarrollo regional y el efecto multiplicador de los lugares donde se implantan. Y es cierto que proveen a los ciudadanos de servicios y oportunidades a los que tienen derecho en un mercado de libre competencia.
Pero, igualmente, creo firmemente en la necesidad de la defensa del pequeño comercio que está siendo maltratado y, casi, aniquilado, no sólo de forma injusta e innecesaria, sino causando además con ello gravísimos perjuicios a los pueblos y ciudades y a la calidad de vida a la que estamos acostumbrados y que es y ha sido uno de los principales baluartes y atractivos de nuestro país. Se daña al tejido social de parte de la clase media, que ayuda con la fuerte carga impositiva que soportan, a mantener en marcha el sistema. Se frena, también, el ímpetu creativo, generador de riqueza a pequeño nivel. Defender al pequeño comercio no implica hacer trampa de ninguna clase. A veces, puede consistir, simplemente, en no agraviarle. Agraviarle bloqueándole sus accesos, impidiendo los suministros, convirtiendo un aparente embellecimiento de una zona urbana en una carrera de obstáculos. Los municipios no deben, además, sacar indecente provecho de políticas sancionadoras agresivas que no buscan el bien común, sino la recaudación y que convierte el ejercicio comercial en un campo minado.
Barrios abandonados y sin comercio suponen calles inseguras, sucias, oscuras y vacías. Significan falta de servicios y falta de vida y futuro. Potenciales ghettos.
Entiendo que no es necesario atacar a las grandes superficies, sino desarrollar políticas inteligentes que aprovechen a ambos, que motiven al consumidor que se desplaza a otra localidad por sus superficies, para acercarse a la ciudad y barrios de toda la vida con incentivos adecuados; que se incentive que los comercios se especialicen e innoven, que ofrezcan cosas nuevas y diferentes, que den a los ciudadanos los servicios de cercanía y personalización que una gran superficie no puede cubrir, que se cuente con los comerciantes a la hora de realizar infraestructuras y espacios públicos, a la hora de planificar eventos sociales y festivos, a la hora de promocionar las ciudades y los pueblos de cara al turismo.
Los cambios son inevitables y los tiempos han cambiado. Defendamos un pequeño comercio que nos enriquece y da calidad de vida, que necesitamos desde un punto de vista económico y desde un punto de vista vital. Definamos el tipo de ciudad que deseamos para nosotros y nuestros hijos y adoptemos las medidas oportunas para llevar a cabo las políticas e innovaciones necesarias.
María Luisa Cid Castro
Abogada y Presidenta de la FGME
Enlaces a prensa en relación a este artículo:
- Los comerciantes empapelan el mercado de Elviña.
- El comercio se une para elevar sus demandas ante los comicios municipales.
- Los comerciantes quieren que la reunión del domingo sirva para denunciar su situación.
- Los comerciantes estudian la posibilidad de hacer una manifestación envez de una concentración.
- El comercio protestará contra el Concello con un apagón.
- Los comerciantes están convencidos de que el 25-N será un rotundo éxito.
La Fundación estuvo representada en el acto del 7 de noviembre, apoyando de esta manera al pequeño comercio.
Totalmente de acuerdo. Saludos.
ResponderEliminarOfelia C.
Existe un odio primario en la socialdemocracia a lo pequeño burgués. Les parece despreciable, conservador y que para lo único que sirven es para pagar impuestos. Los pequeños comerciantes deberían levantarse contra los ayuntamientos que les ponen dificultades en complacer a sus clientes. Por otra parte, el pequeño comercio ha de aceptar que ha de haber mayor flexibilidad de horarios.
ResponderEliminarEn concreto, el caso de La Coruña es vergonzoso, con un gobierno municipal y un alcalde que parece que se dediquen a la caza y captura del comerciante. Y la ciudadanía que sólo se preocupa cuando ve, uno tras otro, los bajos de su calle vacíos y exclama ¡qué pena, ha cerrado!
ResponderEliminarBoa idea a desta xuntanza dos comerciantes. Espero que tivese éxito.
ResponderEliminarSara F.
Gran ocasión para que el pequeño comerciante trate de dar respuesta a las preguntas que todos se hacen y tratar de buscar así algún camino a seguir.
ResponderEliminarI.C.G.
Ahora todos a la concentración del día 25 en María Pita.
ResponderEliminarJ.G.