El periódico Cinco Días daba esta semana el dato de que la confianza del consumidor ha bajado más de dos puntos en septiembre respecto de agosto y señala como causante de esta baja confianza al índice de desempleo.
Al analizar y priorizar entre las distintas causas de que la economía no acabe de arrancar, buscando la clave de entre todos los problemas, el de la falta de confianza se perfila como un buen candidato a ese dudoso honor.
Existe falta de confianza en la recuperación del empleo, y tampoco acabamos de creer en el nivel tecnológico y la competitividad de nuestras empresas, o en la posibilidad de eficacia en la burocracia administrativa, ni en el sistema jurídico, o en las instituciones públicas, en la clase política, en el sistema educativo …falta de confianza en casi todo.
En el país de las tertulias (de sobremesa, de cafetería, radiofónicas o televisivas), en el que todos hablamos de todo, sobre todo para criticar, la falta de confianza es una patología. Y, tras unos años en que parte de la población ha vivido del wishful thinking , cuando la realidad de esta tremenda crisis se ha impuesto, la poca confianza que quedaba, simplemente se ha desvanecido sin dejar rastro.
Nadie se atreve a acometer riesgos, ni grandes, ni pequeños. El que tiene dinero no lo gasta, el que busca un empleo sólo busca opositar a funcionario, el que puede hacerlo se prejubila. Algunos se plantean regresar a la antigua práctica de meter su dinero en el colchón.
Ante este panorama, la recuperación de la confianza es la piedra de toque, el elemento del que carecemos para iniciar realmente el camino de la remontada. No hay solución, ni soluciones que no pasen por una nueva confianza y una nueva generación con capacidad e incluso deseos de arriesgarse y luchar. Ahora que cunde el desánimo y no sin motivo, el buen líder será el que consiga hacer de su discurso una arenga eficaz que insufle ánimo y, en definitiva, confianza en que las cosas pueden mejorar.
Peor para ganar esta confianza de un público escéptico y herido por las graves consecuencias de esta crisis, esta confianza debe ganarse desde el respeto. El respeto al ciudadano y a la propia realidad, con un planteamiento creativo pero razonable, creíble para un ciudadano consciente e informado. Más allá de las quimeras, esta confianza se ganará con un análisis serio que pase por reconocer que cualquier decisión tendrá un coste y que el trabajo será duro y, posiblemente, largo.
A estas alturas, este precio seguramente es ya aceptable para casi todos. Esfuerzo y trabajo duro, a cambio de resultados. Como siempre. Como, seguramente, nunca debió dejar de ser.
María Luisa Cid Castro
Abogada y Presidenta de la Fundación Galega da Muller Emprendedora
Esa es la receta para unos buenos resultados: esfuerzo, trabajo duro... y un entorno familiar de privilegio.
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